sábado, 24 de agosto de 2024

Guadalupe

 Encuentro Regional de Caminantes.

 


Leyendas rurales.

 Cuando salgo a caminar por aquellos lugares maravillosos que hay en nuestro hermoso país, como este desde donde escribo hoy, veo y escucho muchas historias y cuentos que pasan a ser leyendas rurales para mí; porque solo en el campo se podrían oír.

 Han sido días oscuros y fríos aquellos que se narran en la historia de nuestros pueblos, aquellos días cuando la violencia se adueñó de las acciones de los hombres, cuando solo se pensaba y se sentía miedo y rabia por las injusticias de quienes acababan con las vidas de los rojos o los azules, según cada región de nuestro entristecido país.

 En otras palabras, realidades que poco conocemos de aquellas regiones que se consumen lentamente en medio del abandono de los hombres y mujeres que los gobiernan, quienes los privan de todo aquello que se requiere para vivir.

 Mientras caminábamos por veredas y parajes alejados de lo que muchos llaman “La civilización”, nuestro guía y acompañante, un vaquiano de la región, nos mostraba como la tierra se va deslizando y desplazando por completo de su lugar acostumbrado hasta terminar en las quebradas y los ríos por causa de la erosión, llevándolos así a una muerte lenta.

 Antes de los guerrilleros estaba los bandoleros, por allá en los 40 hasta los 60 del siglo pasado, luego los guerrilleros se apertrecharon entre las montañas y las cuevas existentes en estas regiones, con el cuento de ayudar al pueblo comenzaron a explotarlo como botín político.

 Todos ellos mataron a padres, madres, hermanos y amigos; luego secuestraron a los hijos para reclutarlos y saquearon sus tierras. Esa ha sido la ayuda para el campesino colombiano, les han negado el derecho a ser personas por medio del miedo, la opresión, la miseria y la persecución.

 Las ciudades colombianas hoy están en las mismas condiciones, atracos en los puentes, sicarios en motos, violaciones, enfrentamientos con la policía, robos de celulares, computadores y toda clase de elementos que las personas poseen.

 El pueblo se está matando entre sí con la complicidad de los gobernantes, nos dice el vaquiano.

 Lo complejo de las relaciones humanas.

 Las relaciones humanas son complejas cuando hay intimidad.

 La intimidad vulnera las relaciones porque aumentan el riesgo de dolor, ya sea por aislamiento o por las heridas mutuas que dejan el vacío y la monotonía de la vida.

 La soledad no es un fracaso personal, es una condición esencialmente humana, pero hay que saberla gestionar.

 Necesitamos tomar decisiones que nos conviertan en los protagonistas de nuestra propia vida, y dueños de nuestro futuro.

 La espiritualidad es el camino para encontrarse consigo mismo, para encontrarle propósito y significado a la vida, puede ser con la religión o sin ella.

 Cada uno la vive a su manera, pero se necesita una forma de construir la vida y las relaciones con otras personas y con el mundo. Tener poder de decisión sobre uno mismo y ser conscientes del propósito y sentido de la existencia.

 La historia de una persona se compone de todo lo que le sucede en el día a día, y se escribe en nuestro diario caminar.

 “las palabras son el hilo con el que se teje el destino”.

“Necesitamos desarrollar un rico lenguaje visual”.

 ¿Cómo sé que el amor no es una ilusión?  Por que siento el viento en mi cara al caminar.

A no ser que se trate de una alucinación en masa.

 Si no dispongo de respuestas reales, es porque todavía no sé qué preguntar.

 No queda mucho más que decir, pese a que no les he contado todo. En todo caso, lo he intentado.

 No te culpes por pensar que el amor era como en las películas, todo color de rosa.

El amor es una historia que se escribe entre lágrimas.

 La resiliencia siempre la ha manejado el ser humano, pues es esa capacidad de recuperarse, de sobreponerse a las circunstancias difíciles, ante la crisis. O me equivoco.

 Y es por la resiliencia que he tenido que afrontarlo y entenderlo.


 Claro que sí, así es, insiste en contarnos sus historias, y todas ciertas, aunque no lo parezcan, por eso me atrevo a contarlas. 

 No me aguante las ganas de preguntar.

¿Y el camino que nos diría, ese cafetal que nos contaría?

 No este camino, sino el propio, el de verdad, el camino real.

 -Ahí por donde veníamos hay una falda a la izquierda, es una selva, dónde se encuentra el personaje, el cachón.

 La gente cuando pasa por ahí se santigua, se hacen la señal de la Cruz delante de las cruces. Mire usted, ahí se ven, todavía están las cruces.

 Por aquí los ven andar, halla van… dicen.

 ¿Ves la silla? Ahí se sentaba el personaje.

Ah, bueno, claro, no siempre es visible.

Pero, está aquí abajo, por ahí se lo pasa, a veces.

Por aquí huele a azufre.

 O sea. El camino real, ya no es tan real. Dije.

Es que en tiempos pasados el diablo estuvo allá abajo en el puente, y había hecho un compromiso con un señor y él no le cumplió. Entonces el personaje se arrechó y se subió encima de la piedra, y no dejaba pasar a nadie por aquí.

 El compromiso era que si el gallo cantaba a determinada hora de la madrugada le regalaba su alma al diablo, a cambio de un jurgo de dinero. Pero, resultó que el señor, el cacique de la zona le ganó al diablo, pues el gallo nunca canto, porque el hombre era tan avispado, que mató el gallo antes del amanecer, y el personaje no se las pilló, pero sí se arrechó con todo el mundo de esta zona.

 -No me joda, así fue la vaina.

Pero la piel se me puso de gallina, pues estaba en el puente mirando pa’bajo.

Pero la piedra está bien colocadita. Me dice el vaquiano aquel.

Bien colocadita, no se me asuste paisano.

 -Pero las dos otras piedras no lo parecen.

Hágale, porque los carros no pasan por aquí sino hasta mañana.

Por aquí pueden tomar fotos.

 Y ¿no será que se arrecha?  Pregunté.

Algo se mueve por allá, y comienza a oscurecerse y truena.

 

Mandó la mano a la cintura en buscas del machete, qué tal que la piedra nos arrolle.

 Varias veces en la madrugada por acá el compadre me contaba eso. Pero yo no le paraba bolas porque era solo por asustarme. Dice.

 -Bueno, ¿ahora sí nos vamos? Pregunté.

Debemos bajar unos 50 Metros abajo y subir por aquella peña.

 - ¿Y por ahí se puede bajar?

 Pues camine y mira, nos bajamos por ahí agarrados de los bejucos, pero esto no es apto para viejitos. No para gente mayor.

 Pero a lo mejor ustedes no pueden bajar por ahí, entonces simplemente le damos la vuelta a la montaña y bajamos por allá lejos, por donde se ve esa carretera.

 Toca por aquí por este lado, si quieren.

Por aquí es donde está lo bueno, las dos cascadas, cascadas muy bonitas.

 Pero, es que es muy feo para bajar. Repuse.

 -Por ahí se baja bien, así sea rodando.

Muy bonito y emocionante.

¿Qué tal el cajón?

- ¿Cuál, ya me quiere asustar?

¿A usted?

No creo.

Mierda, esto se pone feo. Pensé.

Que vaina. Pero, ya salió la luz.

 ¿Esa es la carretera?

Faltan como 2 km.

 

-Mi Nono Sonio contaba unas historias muy tétricas,

Llegó un tipo a administrar la posada, a los arrieros con sus bestias y mensajería.

A muchos los mataron y los botaron abajo en la falda esa.

 Trabajé como jornalero en las haciendas de esta región, dice el hombre.

Lo berraco era tratar de sacar los productos de estas tierras, con esos caminos tan destartalados, ni las mulas podían transitar.

 Entonces nos unimos unos cuantos y como pudimos tratamos de arreglar el camino, pero luego el problema era que, al subir la montaña, sobre todo al atardecer, se nos aparecía un féretro con unas velas, justo aquí al comenzar a bajar la loma, o cuando se subía hasta acá.

 ¿Dónde? Pregunté.

 Sí, sí, acá mismito. Dice.

Eso debe ser mera careta, le contesté.

-Pues no, claro que es cierto. Si yo mismo lo vi varias veces. Y me tocó salir corriendo por allá, por ese potrero.

 

Yo tenía 10 años más o menos cuando eso.

Pues mira, tú ya sabes, de ahí a esa piedra, un brinco y abajo va a templar.

 

¿Cómo se llama la quebrada?

La llaman quebrada la coca.

Pero todo por acá es pura piedra. No hay agua.

 -Y aquí baja una quebrada grandísima por debajo. Bajo este pedregal.

 Tienes que crecer mucho, porque no veo ni escucho ni pisca de agua.

 Es agua subterránea. Si escucha.

 El otro día llovió durísimo y bajó una creciente tan arrecha que le pasó por encima al puente y ni lo movió, pero partió piedras y árboles.

 Hace unos 20 años, aun pasaba harta gente por aquí, pero en estos momentos por el auge de las motos, ya nadie camina por acá.

El camino ya no tiene dolientes, ya ni el sata se pasea por aquí.

Arriba está la carretera, todos se movilizar por allá.

 Por aquí, la psicología no funciona.

  -Mire compa, acá en esta esquina se paraba un viejo a vender chucherías.

 ¿Y, qué era lo que él vendía?

 A veces vendía cadenas, anillos, y cosas que relumbraban. Para atraer a la gente.

Eso decían, que aquí se acomodaba en este lugar a vender.

 ¿Cómo se llama la cueva? 

No, no tiene nombre.

No me imagino nada de eso por aquí. Todos esos cuentos suenan increíbles.

Claro, lo entiendo, yo tampoco creía todos esos cuentos que me contaban de Bogotá, de lo peligroso de vivir allá, hasta cuando fui y casi me matan los rateros.

 Y, ¿para dónde va este camino? pregunté.

-Este camino era el camino real de la época de Bolívar, el cabrón pasó por aquí varias veces.

El camino va hasta Chiquinquirá. El propio camino real.

 

-Debemos salir de por aquí, no vaya a ser que se nos oscurezca y salgan las animas benditas.

En las noches salen por acá, eso dicen los que viven por aquí.

 

Bueno, ahora sí nos vamos.

 -Eso es lo que les digo, solo es bajar 50 metros y subir la Peña.

Y por ahí pueden bajar.

 Pues camine y miran, nos bajamos por ahí por todos esos bejucos.

Pero ustedes no me quieren hace caso.

 

No voy a fingir, tengo un problema, me están temblando las pernas. Por lo que creo que Dios quiere, que nos vayamos de por acá. Les dije.

 -Cojan por la orilla del río hasta llegar al puente para cruzar.

 Andando pues…

 

 Siempre hay una primera vez. 

 Seguramente las paredes tienen oídos, pues de lo que charlamos se entera todo el mundo.

 Sí, seguramente.

 En esta oportunidad estamos promoviendo a Guadalupe como destino turístico para un regional de caminantes.

 Y nosotros lo haremos posible, porque nosotros los caminantes tenemos sueños de victoria.

 Queremos mostrar al mundo que hay un lugar en tierra de Santander, donde existen todavía las cascadas. Y Dios pensó que los hombres podían disfrutar de ellas, de su exuberante belleza.

 Esto es vida, el mundo está en permanente movimiento, por naturaleza, para eso fuimos elegidos.

Nuestro pueblo es orgullo de los santandereanos.

 Existen historias, comenzando por los que estamos acá, que son dignas de contar.

Cuando la comunidad comienza a ver, comienza a creer, por eso nos toca empezar a caminar.

 Ya estamos empezando a mover los brazos, empecé a soñar con mostrar los caminos de Santander al mundo.

 Este pisco está loco, decían. 

 Pero, tenemos que volver a disfrutar lo nuestro.

Es un momento de conciencia ciudadana, por el campesino para que no desaparezca en el tiempo, sin raíces su realidad espiritual desapareció con los antiguos, por falta de sus testimonios.

 Guadalupe los espera, a quienes estén pensando en rescatar sus orígenes.

 Puedes sacar pecho y decir yo hice la ruta.

 Yo creo y sueño mucho en ese día, para vivir con ustedes la experiencia.

 Bienvenido al encuentro, Amigos.

 

 Todo ha marcado mi vida. La sabiduría, la cultura, la personalidad, la seguridad y confianza en uno mismo.

 Para nosotros los caminantes, los caminos nos son muy familiares.

 Y todas las regiones por donde hemos caminado tienen sus propias historias de superación, pues, quienes insisten alcanzan la victoria.

 

JoseFercho ZamPer.


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