sábado, 8 de febrero de 2020

Las caminatas


Caminar es un ejercicio muy relajado y saludable, cuando se hace sin afanes.

Hay muchos caminantes que acosan mas que la pobreza, da la impresión de que salen a competir, no a divertirse.

Cada ves que salgo a caminar, lo hago por lugares donde hace tiempo no voy, o por los que no he ido, esto me permite ver nuevos paisajes y hasta nuevas personas.

Es realmente importante la amistad y el compañerismo, para que las caminatas sean del agrado de todos, de lo contrario se convierte en mero ejercicio pesado y aburridor.

Muchos se creen grandes caminantes y salen a toda máquina, y pues, hay que dejarlos ir, porque esos personajes son los que dividen los grupos y hasta nos llevan por rumbos desconocidos, hasta perdernos.

La solidaridad es muy importante para estas caminatas, principalmente cuando son grupos significativos en número, para evitar dejar abandonados a quienes caminan mas despacio que los duros. Estos caminantes en mi opinión deberían tener su propio grupo de duros, y caminar solos.

Pero hay otros que son tan lentos y problemáticos, que también deberían conformar su propio grupo; así tendríamos tres grupos, los duros, los flojos y los que se la gozan.

Lo anterior es meramente una reflexión en forma de “vainazo” para unos y otros.

Hoy Salí a caminar a las 5 am, en compañía de la luna durante media hora hasta encontrarme con el grupo, de ahí salimos loma abajo hasta el río. Esa hora es mucho lo sabrosa para caminar.

Llegamos hasta el rio en el lugar por donde atraviesa la tubería de la Cinco Mil, en realidad es un puente genial, algo digno de mirar y admirar. Claro que es como el puente Isgarra, “da miedo pasar” aunque en verdad, este puente es solo para la tubería.  

¡Pero qué maravilla¡, dije al pasar por una cascada muy hermosa, aunque el agua allí no es muy sabrosa.

Hoy como hace ocho días, los caminantes han sido de los buenos, de los que van en grupo y acompañan a los flojos. Porque no han ido los “duros”. Alguna vez creo, fui uno de esos duros, pero como nadie me quería, me fui volviendo menos duro. Ahora soy casi flojo, pero le doy la mano a algunos y hasta me hablan.

En fin… a la hora de la verdad lo genial es divertirse haciendo un ejercicio contemplativo y conocer nuevos paisajes que merezcan la pena tomarle fotos, ya que mi cámara se volvió como el dueño, muy selectivo. Por eso, pocas personas salen en ellas.
Gracias, amigos camineros o caminantes por su compañía.

Ahí les dejo unas fotos para deleite del ojo.





    JoseFercho ZamPer