jueves, 14 de octubre de 2021

Unos arrechos pa’caminar

 


Un buen día, un amigo me dijo:

Ustedes son unos arrechos pa’caminar…

Y pa’hablar mierda también…

Esos son los halagos que muchos nos dicen cuando nos ven caminando por ahí, pa’rriba y pa’bajo.

 Cuando era pequeño, hace ya, muuucho tiempo, “a long time ago”; veía gente grande caminar por los caminos de mi vereda, con maletas al hombro y arriando bestias; recuerdo que me quedaba pensando y preguntándome, ¡De dónde vendrán, para dónde irán, quienes son esos?

 Ahora que estoy grandecito, me sigo preguntando lo mismo, acerca de quienes caminan por ahí. La diferencia es que ya sé un poco más del destino de muchos de ellos…

 Cuando camino por ahí y me pregunto.

Como nací y me crie en el campo, aprendí por osmosis a caminar largos y maltrechos caminos. Por lo que, desde niño estoy acostumbrado a caminar sin descanso, a aguantar el sol, la lluvia, la sequía y hasta hambre; pero lo más arrecho es que, “me acostumbre a estar sin ti, ya no te necesito, tú ya no me haces falta, prefiero andar solito, prefiero andar sin ti.”

Me he dado cuenta de que me convertí en un caminante solitario, que vaga en sus pensamientos del mas allá, y del mas acá.

 

Un día cualquiera hace ya unos doce años, se realizó un encuentro de caminantes en mi pueblo, recuerdo que yo mismo dije: esos son muchos vagos, sin oficio, se vienen a gastar plata y a perder el tiempo, envés de estar trabajando…

Mas, por razones familiares, terminé un tanto inmiscuido en dicho encuentro, y entonces, me gustó la vaina esa. De ahí en adelante me involucré mas de cerca con dichas actividades.

 

En el 2010 participé en la “Ruta Comunera” la cual partió desde Charalá, al Socorro y de ahí a Bogotá. Después de esa ruta seguí participando en caminatas locales, con el grupo salíamos a otros pueblos vecinos, luego fui a encuentros regionales y después a los nacionales.

 

Muchas veces pensé que en dichos encuentros se trataba de correr para llegar primero y así sentirse ganador; pues era esa la imagen que tenia de parte de algunos caminantes. Mas, me di cuenta luego de varias rutas realizadas, que a los guías les disgustaba eso, que se pasaran delante de ellos; pues, ¿Cómo guiarlos si ya iban delante del guía?

Ahora que estamos en el encuentro nacional, y que soy guía, entiendo la importancia de hacer caso a las indicaciones de la organización del evento, de “no adelantar al guía” para evitar que se desubiquen del camino pues, es muy fácil perderse y hacer perder a los demas.

 

 En estos últimos años, muchas personas han caminado lo que nunca en su vida lo habían hecho. Unos por razones de salud mental y física, por razones de la pandemia y del encierro, otros muchos, porque están huyendo del hambre y de la miseria en la que se convirtió su país. Los vemos todos los días por ahí caminando, la mayoría sin rumbo fijo ni dirección. Personas que no conocen la travesía del caminante, que suelen caminar muchos kilómetros para llegar a donde puedan ir. 

 

Con su morral de caminante a la espalda, su bastón y otros elementos colgados en su cuerpo, se ven con frecuencia por los campos de mi pueblo, andando felices con las ganas de recorrer y observar los hermosos paisajes de esta tierra privilegiada por la naturaleza, con hermosas montañas, quebradas y ríos a lo largo y ancho de su superficie.

 

Muchos hablan entre si mientras caminan, otros contemplan el paisaje, cada cual decide que hacer mientras camina. Quienes deciden salir a caminar en medio de la pandemia, saben que no hay mejor opción para su salud física y mental. Por eso hoy caminan bajo el sol y la lluvia, de día y hasta de noche, con tal de darle a su alma una mejor vista.

 

Estos “caminantes” arrancan desde el punto de partida con la energía de la mañana, con su buena vibra, algunos salen casi corriendo, con el entusiasmo del nuevo día. Pasan por trochas llenas de barro, por senderos con espinas y por potreros de pastos hasta las rodillas. 

 

La travesía de quienes se animan a salir de la comodidad de su casa en la ciudad es para muchos toda una osadía.

Agradecidos con Dios y con las personas que los acompañan durante su periplo, andan en grupitos compartiendo con personas de otras regiones, otros departamentos, buscando conocer algo de sus compañeros, para hacer amistades nuevas.

 

En estos encuentros de caminantes se pasa muy bueno, dicen muchos de ellos, se conocen personas y lugares diferentes, se come sabroso y naturalmente; lo que habla muy bien de la amabilidad natural de las regiones colombianas.

 

Tras los pasos del caminante.

Luego del primer recorrido como guía, logré comprender de manera más personal y cercana las situaciones a las que se expone el guía de estos recorridos, además de reconocer el terreno para el buen desarrollo de la caminata, es necesario estar bien física y anímicamente. La atención y el acompañamiento a dichos grupos de caminantes se debe hacer con agrado y de buena voluntad, y no como una tarea u oficio.

 

Hay que saber afrontar las vulnerabilidades y los riesgos a los que se enfrentan los caminantes, los cambios climáticos y las diferentes altitudes, las distancias a recorrer, donde la exigencia física supera muchas veces las capacidades de algunos participantes.

A lo largo de las tres rutas que he acompañado como guía, y de los tres encuentros realizados, he aprendido a atender mejor a los visitantes. Sea que caminemos por ‘trochas’ o por caminos reales, los pasos no pueden ser improvisados, exponiéndose a riesgos innecesarios.

No debe haber incertidumbre de riesgos en medio de la ruta, se debe tener conocimiento de esta, para generar confianza y estabilidad para los caminantes y así evitar accidentes, desaparición y cualquier otra mala experiencia.  

Frente a estos panoramas, la organización toma diferentes opciones para dar respuesta a las necesidades de seguridad de dicho evento.

 

Las huellas de los caminantes.

Con los zapatos embarrados y desgastados, algunos caminantes dan lo mejor de sí para culminar la jornada.

Los zapatos son testigos fieles de las aventuras del caminante, unas suaves, otras difíciles e inimaginables.

 

Muchas veces he visto algunos compañeros quedarse con los zapatos en la mano, después de un trayecto difícil, por lo que es necesario e importante usar zapatos adecuados para dichas aventuras, mientras que, con mis botas de vaquero, siempre he ido adelante.

 

Los valles y las montañas se topan juntas al final del camino, porque todo lo que sube tiene que bajar. Poniendo siempre un pie delante del otro llegaremos a la meta. Pero, la recompensa es grande, y merece la pena intentar obtenerla.

 

¿Mira ve, voz te comes todo eso?

Mientras caminábamos una persona preguntó, ¿Dónde se detienen a desayunar?

Nos contó que, había tenido un día extenuante, desde los primeros cantos del gallo se había despertado, y no había podido seguir durmiendo por las ganas que tenía de ir a la caminata. Después de beber un poco de café y prepararse un emparedado para llevar, había salido corriendo para que no se le hiciera tarde. ¿En dónde vamos a descansar? preguntó ella. Era el segundo día del encuentro y aún le quedaba un día más por caminar.

 

Era una mañana clara, algo fría también, habíamos salido a las cinco de la mañana para adelantarnos a la salida del sol, pues siempre nos ha salido justo en la subida, donde no hay casi sombra; por lo qué, ha esa hora ya tenía hambre.

Atravesar las colinas a pie por tramos donde hay agua y barro, produce hambre, dijo.

Ya en el punto de descanso, cada un sacó de su bolsa lo que traía de mecato. Algunos tenían mas que otros, y nuestra amiga, al ver lo que un hombre corpulento traía, con hambre le pregunta; ¿Mira ve, voz te comes todo eso? A lo que él respondió con ganas, Si, claro que sí, sumercé.

Al momento todos comprendimos la pregunta, entonces compartimos lo que traíamos…

 

 El camino y el caminante

La historia del ser humano ha estado ligada con el camino, tanto el de su propia vida como el que lo lleva al trabajo, a casa, a la finca, o a cualquier lugar a donde quiera ir.

Muchos de nuestros caminos han sido tortuosos, donde hemos experimentado el dolor, la tristeza, el enojo, la incredulidad, el vacío, pero otros nos han llevado a la dicha, y a disfrutar de paz y felicidad.

Seguramente en nuestro interior hemos estado buscando algo de qué aferrarnos, que nos de confianza y que nos permita seguir adelante. Los caminos que escogemos recorrer nos pueden llevar a la vida o a la muerte, ellas están presentes por doquier por donde andamos.

Cuando nos llaman para invitarnos a una caminata, muchas veces lo pensamos dos veces, y pedimos tiempo para decidir, esto es porque nos interesa saber porque caminos vamos a ir.

 

Creo que no hay camino sin caminante ni caminante sin camino, el caminante siempre deja su huella por los caminos que recorren sus pies.

Algunos no volverán más a recorrer las sendas ya recorridas, pero con seguridad esos caminos permanecerán en sus recuerdos por mucho tiempo.

Cuando andamos hacemos del camino un mejor lugar, y al volver la vista atrás deseamos por allí, volver a pasar.

 

Como caminantes, el camino se hace nuestro amigo, comenzamos a quererlo, a cuidarlo, porque sabemos lo importante que es conservarlo en buenas condiciones para así poder invitar a otros a que lo conozcan y lo recorran a nuestro lado.

Caminante, el camino es una vía de doble sentido, al usarlo el camino nos invita a la espiritualidad, a pensar y analizar nuestra filosofía de vida, a conocer el sistema de vida de los pueblos por donde andamos, porque no se puede confundir al caminante con el camino, tampoco debemos cuestionar al camino sino al caminante.

 

Hay caminantes que le dan mal trato al camino, sobre todo cuando se pierden de rumbo, por tal razón no se puede decir que el camino está equivocado, a menos que se esté en desacuerdo con ese camino. Pero si acepté recorrerlo, debo seguir por su senda hasta llegar al destino a donde el camino me lleva.

Hoy hay demasiados observadores de caminos, pero pocos quieren andar por ellos, para evitar ensuciar sus pies.

 

Y lo más extraño es que muchos se dicen ser defensores de los caminos antiguos, pero, comulgan más con las posturas desarrollistas de carreteras para vehículos. Por lo que tenemos a los que se han desviado del camino y a los que desconocen el camino.

El camino es un ser viviente y por lo tanto siente cuando es maltratado u olvidado, se da cuenta que para nadie fue creado.

El camino como el caminante, somos naturaleza y entendemos que la vida funciona por la acción de las partes que actúan haciendo posible la vida, de lo contrario, se aniquila.

Al hablar de armonía no quiere decir que todo sea un paraíso, sino que se buscaba el equilibrio. Se puede vivir bien en este mundo, y al mismo tiempo trabajar por mejorarlo.

Todo caminante habla del camino, cuando camina por ese camino; no todo es perfecto por lo que estamos aprendiendo.

 

Quién es el Caminante.

Al salir a caminar salimos al camino con alegría pensando “este es un buen día para caminar.”

Hay que construir nuevos caminos para aproximarnos a las realidades del tiempo presente, de manera especial para los caminantes del futuro, y así lograr “salvar a la humanidad” dándole opciones nuevas de vida.

La realidad social no puede ser solo el pensamiento, hay que ponerse en movimiento.

Una virtud del caminante es que toma en consideración enseñar lo que se supone él sabe acerca del camino, y que otros ignoran.

Lo que intenta el caminante es generar movimientos en nuestra sociedad para que aprecien y ayuden al cuidado de su salud emocional y física tanto como al medio ambiente.

El caminante es un testigo que escribe lo que durante muchos años ha ido experimentando, revisando y comprendiendo, cada vez que retoma el camino. Es un auténtico buscador de la verdad y del sentido de la existencia humana.

El caminante abre caminos porque explora y restaura los caminos perdidos. Aunque no es especial ni diferente a los demas, sin embargo, hace cosas que otros no hacen, porque sabe que el camino se conquista cada día.

  

Amigo caminante, hoy quiero decirte una cosa:

Mira al cielo siempre, allí veras una luna que aun alumbra en las noches para guiar tus caminatas nocturnas, al mirarla veras que el amor de Dios está sobre ti, aunque hayas creído que tal amor murió, pero el aún sigue ahí esperando por ti.

 

Cada mañana podrás ver el sol salir para ti, no se te haga extraño que un día amanezca oscuro, es algo natural que haya tempestades y se nos oscurezca el paisaje, sin embrago, tu vida es muy valiosa para Dios y para los tuyos. Ninguna dificultad nos impedirá salir a caminar y conquistar esa meta que tenemos en mente, siempre habrá un camino por donde ir. Si seguimos adelante, seremos más fuertes cada día, sin olvidar lo que haya pasado.

 

Hace tiempo que no te veo, pero esta vez lo haré, porque pienso en ti, y caminaremos hasta encontrar que nuestros corazones palpitan juntos aquel día.

 

Cuando te vi aquella vez, comprendí que el amor va más allá de mis miedos y de mi orgullo, porque al cerrar los ojos en las noches, te veo a mi lado y yo al lado tuyo.

 

Las heridas si sanan, a pesar de las caídas, olvidar no es el remedio, aunque no pienses en ellas, las cosas siguen ahí donde las dejaste, igual que el amor.

 

La soledad en las noches suele ser horrible, más al penar el ti, en el camino, y en la meta, me vuelve el alma al cuerpo. Es como tomarse una taza de café, nos alegra el día.

 

Atrás quedaron los malos tiempos, siempre habrá un punto de encuentro, mi canción dice que estaremos juntos.

 

En este mundo maravilloso siempre habrá de todo, existen hombres que te aman y otros que te abandonan, no es de extrañar así somos todos.

 

Pero al respirar el olor de otro cuerpo, pienso que amor no siento, que eres tú en cada momento.

 

Tu imagen está en el paisaje que admiro a diario, al mirar el jardín no hay otro recuerdo que el que creamos nosotros.

 

Porqué fingimos tanto si tanto nos queremos, sé que un día caminando juntos las cosas no volverán a ser lo mismo.

 

Te daré una rosa que recoja del camino, porque sé que todo será mejor contigo.

 

Octubre 14 2021

JoseFercho ZamPer