lunes, 23 de mayo de 2022

Subiendo la montaña.

 



Caminar por la montaña puede mejorar la vida de las personas, porque nos permite ver otra perspectiva de los problemas que nos acontecen a diario, pues reduce los niveles de estrés.


Todos los que hemos caminado en las montañas sabemos que cada día que subimos allí arriba es especial, pero también sabemos que tiene sus dificultades.


No importa la edad, puedes caminar a pesar de ella, porque para llegar a la cima, solo debes echar pata un poco de tiempo, eso sí, debes estar en forma y tener una actitud positiva. La montaña es exigente, pero a cambio, te mostrará otro punto de vista de las cosas. 


El domingo en la mañana salí a caminar a la montaña, acompañado de un buen grupo de amigos, eso sí, todos tesos pa echar pata. Los unos decían “Apúrele mano” y los otros “Pasos Comuneros “.


El esfuerzo hecho subiendo la loma nos dejó sin aliento, nuestros pensamientos se transformaron en sudor y lágrimas, por lo que, ninguno pensaba en sus problemas cotidianos, pues estábamos centrados en el camino para no caer.


Subimos y subimos por montes llenos de maleza y cultivos de maíz, la forma de escalar al siguiente piso de la roca era por unas escaleras metálicas y otras de madera ya casi derruidas por las lluvias, luego de un cafetal llegamos a la cima, después de tres horas y algo más de caminar. 


Allí en la cima del monte hay una tienda en donde pudimos comer y beber hasta recuperar fuerzas para continuar adelante hasta el lugar de llegada.



 La naturaleza es pródiga por estos lares, genial para la salud mental, porque nos “limpia la cabeza” de tantas  telarañas que se nos han acumulado por los malos pensamientos y la contaminación de la ciudad, donde la prisa y la rutina nos agobia.


Al caminar por esos lugares de manera frecuente fortalecemos el físico y desarrollamos fuerza y resistencia, eso sí, nos deja doliendo las piernas.


Desde la cima del monte al pueblo nos esperaba unos varios kilómetros de bajada, y como había llovido por varios días, el camino estaba como un jabón, lo que nos ponía en riesgo de un resbalón, pero poco a poco, y con unas cuantas resbaladas y con las nalgas llenas de barro llegamos al parque de Palmar; un hermoso pueblo en donde pudimos descansar.


Para mí no hay nada como subir al monte a saborear la frescura del aire libre, a contemplar la naturaleza, y a lograr satisfacción personal al vencer algunos retos, como ejercitar mis pulmones y las piernas, y las ganas de pasarlo bien. 


Muchas gracias amigos por su grata compañía, nos veremos en la próxima aventura.




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JoseFercho ZamPer