martes, 19 de julio de 2022

Toda una vida echando pata

Sobre el Encuentro de Caminantes en Abejorral.


 JoseFercho llega sonriente, dispuesto a participar en el encuentro, pero muy cansado de un largo viaje en bus desde su casa al lugar del evento.

 Desde el momento en que sale de su casa a tomar el transporte para hacer el viaje, siente que deja atrás sus penas y sus apegos, pero no su equipaje.

 Su vivienda es humilde y su seguridad es escasa, cosa que le inquieta pues allí solo quedan los perros con sus migajas.

 El vehículo arranca al caer la tarde, cuando ya los rayos del sol se confunden con la luz de las luciérnagas que noctámbulas buscan con su brillar, propagar su raza.

 El viaje inicia bajo una fuerte lluvia que presagia frio y un caminar despacio, sin embargo, el ánimo no desmaya. Vecinos y compañeros hacen sus oraciones y predican sus buenos deseos para tan largo viaje.

 Cuando cruzamos los brazos para abrazarnos y darnos calor, entendemos que el frio está haciendo su labor, las fronteras invisibles marcan distancia entre tú y yo, aunque en el bus estemos acosados los dos.

 Muchas vías están polvorientas, sin pavimento y sin razón; pues llevan años trabajando en ellas con tesón.

 Luego de varias paradas a desayunar, almorzar, cenar y descansar, llegamos al lugar.

 Con las nalgas y la espalda adoloridas, nos bajamos del bus en busca de la guarida, donde iríamos a pernoctar, pues a la mañana siguiente tendríamos que madrugar.

 Así comenzó el día, muy de mañana y con ganas de salir a caminar.

 Esta es una fabulosa aventura colectiva protagonizada por miles de personas que, a lo largo del tiempo, han rescatado y protegido los caminos, así han hecho posible los encuentros.

 Observadores de paisajes de montaña, de valles, ríos y caminos que llenan de energía a sus visitantes, quienes se concentran en los enclaves más apartados donde la paz y la sabiduría se refugian en tiempos difíciles.

 Gente común que, como tú y yo, sus nombres en muchos casos no los registra la historia, pero que, en mucho, somos esos escritores de nuestra propia historia, unos auténticos protagonistas de este proyecto de vida. 



 

JoseFercho ZamPer


Cerro San Vicente.

 Salimos pasadas las cinco de la mañana montados en una “chiva” o “bus escalera” como símbolo de la colombianidad. Para mi era la primera vez que me subía a ese animal. Valga la pena recalcar que, andando a la velocidad como corría y a la estrechez de la vía, tenía la comida del día anterior a punto de expulsión, lo mismo que mi “Valía”. Según yo, un filósofo natural, “la valía de un hombre se mide por la capacidad de soportar la dificultad”. Lo que equivale a decir “tener güevos”.

 Una hora después llegamos al sitio de inicio de la aventura, en donde con un tinto y una empanada me ajustaron el estómago, dejándolo listo para la caminata. Esta era una casa humilde pero grande, como son las casas de campo. Los invito a mi casa, nos dice entre risas la anfitriona, mientras extiende su mano y señala una banca de madera grande y desgastada por el paso de los años, además del sol y el agua que allí le caía de frente. Las llantas de carro también sirven de sillas improvisadas en el exterior de la vivienda. Desde allí, se contempla una hermosa vista de fondo, unas montañas a lo lejos, las que le dan un toque mágico aterrador, no son más los lujos.

 La familia es lo primero, nos dice ella, dos hijas jóvenes y un hijo mayor de edad, además de su esposo, quien estaba atariado en las labores del campo; son todo su capital.

 Nos costó años de trabajo lograr levantar la finca que nos dejaron nuestros padres, los padres de la pareja. “Fue súper duro, tener lo que hoy tenemos” esa es la verdad, dice con un dejo en su voz. Es muy complicado para uno de joven obtener ayudas o créditos del estado, por lo que hay que hacerlo a punta de fuerza de voluntad y trabajo. Más ahora ya hemos podido llevar los hijos a la escuela para que logren el bachillerato, al menos.

 La mayor riqueza que tenemos es el amor de la familia, nosotros nos ayudamos entre todos y nos sentimos felices”, somos varios de la familia quienes vivimos en esta vereda. A pesar de las dificultades miramos hacia adelante. Al momento salimos felices a disfrutar del paisaje que nos animaba a la distancia. 

 En medio de la mirada atónita y tras varias horas de travesía a través de trochas llenas de barro, llegamos a esa hermosa montaña llamada “Cerro de San Vicente”.

 El impacto a la vista es mágico, “cuando se está allí, prácticamente se pierde la noción del resto del mundo” solo existe ese paisaje.

 


 

El panorama nos dejó con la boca abierta y un gran vacío en el interior, el abismo infinito a su alrededor nos hacía aferrarnos con mayor entusiasmo al bastón.

 

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Cañón del Circia.

 Era una mujer joven pero muy aburrida, ella duerme sola porque no le gusta la compañía, eso dice ella. Hace diez meses su marido se largó para la pm; nos dice la mujer, con rabia en sus ojos. Y desde entonces no le ha llegado ni una carta ni nada, eso es lo que la tiene así de aburrida, pues no sabe que hacer al respecto.

 - Ya no soporto la monotonía de la vida, dice. Aquí esperando acontecimientos, sin salir de casa para evitar murmuraciones. No hay mucho que hacer. Por eso le alegra recibir visitas de quienes vienen de lejos, por si alguien le trae alguna razón de él. La falta del estado nos ha dejado a merced de los malos, razón por la cual mi marido se tuvo que ir con ellos pal monte. Fueron sus comentarios y no dijo mas nada, pero al rato salió con sus botas puestas y nos acompañó a caminar por los barriales de la vereda, para distraerse y darle oxigeno a sus pulmones, nos contó al final del camino.

 Después de una hora en chiva, llegamos a “Pantanillo”, un corregimiento en la cima de una montaña de esa región. La población de allí trabajan en favor de la paz y la legalidad. A pesar de que la mayoría de las regiones están muy mal, además de la falta de vías de comunicación en buen estado.

 Aunque las crisis nos hacen más fuertes, parece que la capacidad de soportar de los pueblos llega a su límite. La fe se desvanece en la medida que no se ven respuestas a las necesidades.

 Parece que las medidas que se toman no son garantía suficiente para que el conflicto desaparezca. La verdad es que no sé si yo alcanzaré a ver la solución a las dificultades que vive nuestro país”. Comenta sobre su región.

 Necesitamos reparar el tejido social y hacerles frente a los problemas que nos aquejan, si en realidad queremos ver las respuestas en el territorio que habitamos.

 Por estas montañas gracias a Dios ya no hay violencia como lo hubo antes, ahora la gente se puede dedicar a trabajar sus tierras y recoger las cosechas, y a proteger la biodiversidad que nos rodea, como lo son la abundante cantidad de pájaros que hay, además de las muchas fuentes de agua y cascadas naturales con las que se adorna el paisaje.

 Para esto es importante desligarse de los que prometen y no cumplen en épocas de elecciones, si escuchamos su discurso, les pedimos que no se olviden de que hay que ser realistas y cumplir con sus promesas, de lo contrario, no tendrán nuestro apoyo. Una dura realidad es la que viven muchas regiones del país, quienes por su precaria situación económica han permanecido en estado de abandono casi total.

Es lógico pensar que estas situaciones repetidas a lo largo del tiempo provoquen mecanismos de defensa de los pueblos en contra del estado. Así es como se ha aprendido a sobrellevar el hambre desde que nacimos. ¿Por qué? Porque se necesita adaptarse a la situación y sobrevivir. Termina así su relato.

 Caminamos por potreros, caminos y carreteras llenas de charcos por tanta lluvia, pero me llamó mucho la atención el ver tantas viviendas por toda esta región. A pesar del clima y la dificultad del terreno, pues son montañas bastante empinadas, a pesar de eso, casi todo se ve cultivado, con café, plátano, caña de azúcar y cítricos. Es de resaltar la tenacidad de sus pobladores, y su gran capacidad de trabajo y adaptación al medio.

 Luego de tomar la lonchera en una de esas casas a la vera del camino, continuamos bajando hasta lo profundo del cañón, allí atravesamos una quebrada un tanto crecida, cogidos de un lazo que se atravesó para facilitar el paso, ya que el agua bajaba con buena fuerza.

 



 Siendo honestos, la dificultad en cuanto a las vías de esta región es muy alta, difícilmente podíamos caminar en medio de tanto barro. Pero ya al llegar a la finca del “gringo”, la carretera mejoró el caminar.

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Las Dantas

 La Mente es Maravillosa, pero el principal factor de riesgo de las personas es la mente.

 Los científicos han conseguido que los seres vivos prolonguen un tanto sus días sobre la tierra, pero una cosa es hacerlo a punta de tratamientos con drogas y otros suplementos alimenticios, y otra es lograrlo de manera natural y segura a través del estilo de vida de las personas.

 Es normal que, el ser humano en su proceso básico de vida se vaya sintiendo disminuido en sus capacidades físicas por las diversas actividades de la vida, pero si se tiene cuidado de su actividad física y alimenticia, podríamos prolongar nuestra salud y bienestar por más años de manera natural y segura.

 En definitiva, para poder alcanzar una mejor salud y vivir más años de manera digna lo mejor es caminar.

 Los habitantes de las grandes ciudades viven bajo constante estrechez y estrés en las calles, en el transporte, en sus trabajos, hasta en casa, debido a tanto acoso laboral, socio cultural represivo. En medio de dicha tormenta, el escape está en salir al campo, como iniciativa para impedir un colapso de la salud mental y física.

 No se Preocupen por Nada; pero, oren por todo; porque las batallas que se originan en la mente pueden determinar el éxito o el fracaso en la vida. Si sabes sobreponerte a todo lo negativo que diariamente irrumpe contra ti, tratando de dominar tus emociones y llevarte a equivocaciones, habrás encontrado la clave para hallar la paz interior y tener una vida de éxito. La victoria o la derrota comienzan en tu mente.

 Sin embargo, siempre estamos en medio de todas estas condiciones que pueden estimularnos, inhibirnos, hacernos sentir felices, estresados, tristes o excitados.

 ¿Y qué son las dantas, una vereda, una quebrada o un animal? Le pregunté al guía.

Todo eso, además, también es el nombre de esta ruta, me respondió.

 Luego fue explicando sobre el tema hasta llegar a entender que, en verdad es un animal, una vereda y una quebrada, la ruta y todo lo demas.

 Como los días anteriores, salimos en chiva hasta el inicio de ruta, hacía un clima suave y fresco, y el paisaje era realmente maravilloso. El barro disminuyó, el camino era mejor, más despejado y vistoso.

 Caminamos por bajadas, subidas, en lo plano, por quebradas y también por charcos; de todo hubo, como en botica. En honor a los caminos, fue el más hermoso para mí.

 


 Tomamos merienda en una finca bastante retirada, gente muy amable y cordial. Por allí lo cultivos eran mas escasos, pues la mayoría era montaña de vegetación nativa, y potreros con algún ganado vacuno.

 A la verdad, disfruté bastante esas travesías, todo, el paisaje, la gente, el clima y demás actividades realizadas.

 Cada día creo que, depende de uno mismo el disfrutar de la vida. Cada cosa por sencilla que sea, la compañía, la charla, los caminos y sus dificultades, el sol, la lluvia, el barro y todo lo que vivimos en el día a día, si lo sabemos disfrutar, si tomamos lo bueno y desechamos lo malo, con seguridad, siempre nos quedará un saldo a nuestro favor.

 Quiero agradecer a mis compañeros de “Pasos Comuneros” y a todos con quienes anduve en Abejorral, en sus rutas y calles, a cada lugar donde estuve, a quienes nos acogieron con cariño y hospitalidad. A todos ellos, y a los organizadores del evento; muchas gracias.

 Y como me dijo un campesino, Toda la vida echando pata, y méreme, ahí estoy todo buenecito.

 

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Julio de 2022

JoseFercho ZamPer