¿Qué
tipo de caminantes somos?
El amor es
la mejor parte de todas las historias.
El pasado
miércoles 28 de junio en la noche, emprendimos el viaje hacia Filandia Quindío.
Con la intención de participar en el XXI Encuentro Nacional de Caminantes 2023.
Al respecto,
puedo decir que el viaje estuvo bastante suave y ligero, la llegada fue
alrededor del mediodía.
Muy
probablemente, para el resto del mundo, este evento no es algo relevante, pero
para los caminantes sí. “Es algo que debamos celebrar”.
Afortunadamente
estos eventos no generan emisiones de gases de efecto invernadero, pues allá se
va es a caminar. En la historia de los humanos siempre hemos echado pata para
cruzar caminos y puentes y así poder llegar al lugar que habitamos ahora.
Según los
perfiles migratorios existentes, los migrantes son caminantes con vocación,
personas que caminan en busca de una mejor vida en otro lugar.
El propósito
que inspira y motiva a un caminante para asistir a un encuentro es el compartir
con un gran grupo de personas que practican el mismo jobi.
No es mi
intención especular sobre las bondades de los encuentros de caminantes, lo que
me motiva es agradecer a todos mis compañeros con unos sencillos comentarios
sobre lo bueno que se pasa allí.
Me encanta
observar a las personas, a los animales y a los paisajes con los que uno se
encuentra a lo largo y ancho del camino.
Algunos
tardan mucho tiempo para llegar, otros lo hacen más rápido, lo que, a veces
deja a algunos contrariados, mostrando así de que materia están hechos. Siempre
me sorprenden aquellos caminantes que, provocan la ira de sus compañeros, también
me producen alegría aquellos que se saben divertir caminando como yo.
Tengo mi
particular frustración al no poder motivar a mis compañeros para que no pierdan
el entusiasmo cuando las jornadas se ponen algo pesadas. Pero con mis
entrañables amigos, hemos de luchar para superar lo insuperable. No siempre
tengo el placer de poder compartir con todos los caminantes que he conocido en eventos
anteriores, pues ellos pernoctan en otros lugares del pueblo.
Es muy bueno
oírlos hablar de los Caminos recorridos en nuestro pueblo, me llenan de alegría
y de placer. La mayoría de ellos han recorrido muchos otros caminos y no les da
pena exponer las características que identifican un buen camino.
Aunque sean
duros algunos tramos, la belleza de sus paisajes y los contrastes del camino
obligan al caminante a mirar para sus adentros y dialogar consigo mismo, y
manifestar sus sentimientos a las personas con quienes comparten la jornada.
Al llegar a
los puntos de descanso o de reagruparse, se toman los alimentos necesarios para
continuar su peregrinaje. Y vaya que la felicidad más sincera nos alegra el
cuerpo al momento de reponer las energías consumidas por el calor y por el
esfuerzo al caminar.
Esas
viviendas familiares que se hallan en los campos colombianos nos llenan de
regocijo, pues sus moradores con su gran amabilidad y bondad nos reciben
alegres y dichosos por nuestra visita.
Cada
caminante interpreta los momentos que vive en el camino, aun siendo la misma
distancia por recorrer, lo que cada uno vive es diferente, hasta los mismos
kilómetros nos pueden parecer alucinantes.
Tras un
primer sendero unos cuantos despistados se inclinaron por salirse del camino y sus
actos les revelaron que la desobediencia trae consecuencias como la alucinación
de nuestra mente. ¿Qué otra cosa podría ser?
Debemos
cuidar mucho al niño que llevamos dentro. No hubo dama que no se enamorara del
niño a tal punto que solo a los cuatro años comenzó a caminar, ya que se
mantenía en brazos de cada mujer que lo veía.
El colorido
de sus ropas y la alegría desbordante de sus rostros, impregnaron nuestro
pueblo, decían muchos habitantes de Filandia.
Mi destino,
marcado por los astros es inmutable. Siempre rodeado de bellas damas. La vida,
a veces nos hace regalos no siempre esperados, pero sí muy bien recibidos. Te
doy Gracias Señor.
Esta es la
cuesta que tengo que salvar, aproximadamente a mitad del camino a recorrer hoy.
Los valles y montañas esperan a los hombres, sobre todo a los buenos
caminantes.
A lo largo
de la Historia hemos visto personas que se han divertido caminando con una
mochila a las espaldas, en solitario o en grupos.
Esos
momentos están cargados de deseos que impulsan a subir la próxima colina o a
llegar más allá. En realidad, son momentos románticos de forma imprecisa como
anhelo o añoranza de algo intangible e inexpresable.
Siempre hay
razones que nos impulsan a lanzarnos a los caminos con el deseo de disfrutar
momentos de felicidad junto a los demas compañeros. Cuando respiramos profundo
los músculos y la mente funcionan al unísono, y los sentidos se agudizan.
Cuando
camino por ahí veo colinas, nubes, potreros, vacas, aves y gente, me gusta
meditar cuando camino, de allí surgen mis mejores ideas.
Siempre he
estado enamorado, esa emoción me impulsa a mejorar cada cosa que hago, y las
cosas que antes me disgustaban o me preocupaban van perdiendo fuerza.
El mundo nos
lleva a elegir alternativas peligrosas, que hacen de la situación algo peor. No
obstante, hay que considerar que los seres humanos deberíamos tener cuidado con
lo que elegimos para que no dominen nuestras emociones.
¡Qué hermoso
es este silencio!”, beneficia a la humanidad sin ponerla en peligro.
Cuando nos
invitan a caminar por lo general estamos dispuestos, pero a la hora de la
verdad se reportan muchos indispuestos.
El camino
siempre está ahí esperando, aunque muchas veces se hace invisible en medio de
la maleza, pero, según la necesidad nos abrimos paso por medio de ella. Caminar
siempre será grato cuando lo hacemos con los amigos.
Si usamos
nuestra inteligencia y nuestras habilidades y aprendemos a confiar los unos en
los otros, el mundo será pequeño para recorrerlo, y así descubriremos la
belleza y la complejidad de la vida humana.
Somos fruto
de la naturaleza, debemos respetarla y quererla como se merece.
El caminante
es ecologista y filósofo, siempre reflexionando profundamente sobre el cuidado
de la naturaleza y su relación con nuestro entorno natural.
Vivir una
estrecha relación con ella nos hace verdaderos caminantes, al conectarse con la
naturaleza nuestra salud mental se ajusta, se restaura y logra la unión con el
alma.
No entiendo
por qué no comprendemos que la naturaleza y nuestros cuerpos son una misma
cosa, la vida es animal y vegetal, pero si miramos con los ojos del alma
descubriremos que la vida también es espiritual.
Debemos
restaurar ese sentimiento de pertenencia al entorno natural. Una vida apartada
del mundo natural nunca será una experiencia que merezca la pena contar.
En ocasiones
nos encontramos metidos en una realidad asfixiante que no nos permite
experimentar aquello que nos gustaría, pero, hay una creciente preocupación por
el cuidado del mundo.
Todos
vivimos en una especie de sueño continuo, cuando nos despertemos sentiremos un
pinchazo perturbador, “es la realidad”.
Nuestra
mente necesita un pinchazo de realidad, una variedad de jardines que realinee
los pensamientos y nos permita entenderla.
La mente se
ajusta a esos pensamientos locos que se han atornillado a su cabeza, creando un
mundo inimaginable dándole permiso a ese ser extraño que se esconde dentro de
ti mismo; en las aguas negras.
Nunca me
había detenido a pensar en cómo iba a morir, aunque hubiese motivos
suficientes, pero no me puedo imaginar algo distinto a la paz del camino, a la
vista desde la cima de una montaña, o al cariño de la gente con los que camino.
La ciudad
resurge de las cenizas cuando nos retiramos al monte, a la naturaleza en busca
del equilibrio del alma.
Antes de
terminar la caminata, me encontré con un grupo de personas que rodeaban la
montaña en busca de un respiro en medio de la naturaleza. Sin duda alguna se
hubiesen perdido tratando de hallar el camino para subir, creo que se dieron
cuenta de que no podían hacer nada y decidieron aceptar mi ayuda.
La
muchedumbre se apartó un tanto y aproveché la oportunidad para abrirme paso.
A mis
espaldas la cuesta que voy a subir, unos 400 metros. Pendiente un 30%, siempre
he defendido y lo sigo haciendo que, no hay mejores consejeros y cuidadores de
nuestra salud, que subir y bajar la montaña.
«No hay
quien conozca la burra como el que la monta». Después de un examen a
profundidad el dictamen es:
“Está usted
capacitado para seguir subiendo y bajando al cerro todas las veces que se le
antoje.”
Caminata
5 Buenavista.
A las 5 am
del viernes llegamos al parque a tomar el bus para salir a la caminata, y como
siempre, unos llegan a tiempo y los otros no. A las 5 y 30 salió el bus hacia
el sitio de partida. Quedaba lejos pues recuerdo haber dormido un rato.
Salimos a
las 7 am de dicho punto cuyo nombre no recuerdo bien, pero era algo verde…
El día
estaba freso y un tanto nublado, lo que nos permitió caminar sabroso.
Durante
varios kilómetros había cultivos a lado y lado del camino como; café, aguacates,
cítricos y algo mas como vacas…
A eso de las
9 y 30 am después de subir loma arriba llegamos a una casa donde tomamos tinto
y algo más…
Seguimos
subiendo hasta llegar a otra casita bien arriba desde donde se observaba el
pueblo de Bellavista. Pero desde allí también vimos un grupo de parapentistas,
cosa que no estaba en mis planes. Aquí pude tomar fotos a dichos hombres
voladores y también a unos pájaros de colores hermosos. Desde este punto nos
introducimos en la manigua, un hermoso monte virgen y un tanto salvaje.
Subimos y
subimos sin descanso alguno pues por allí se pierde quien se desvíe del camino,
si no esta atento a quien delante suyo transita sirviéndole de guía o de
rastrillo.
Después de
un largo recorrido, llegamos hasta donde se encuentra un teleférico abandonado
por la desidia, desde donde se ve todo el pueblo y muchos otros a la distancia.
Luego de contarnos la triste historia de aquel elefante en ruinas, bajamos
hasta donde estaba un grupo de humanos queriendo volar. Era el sitio de donde
parten los del parapente. Ya allí la emoción se hizo mas fuerte, pues no solo
los vimos a lo lejos, sino que tuvimos la dicha de verlos ahí al lado nuestro y
verlos lanzarse al vacío.
Después de
ese momento de alta adrenalina, bajamos al pueblo. Al medio día ya en el pueblo
tomé las fotos de cerca a la iglesia del pueblo, realmente es muy bonita.
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Caminata
7 Entre ciudades.
El sábado 1
de julio a las 6 am tomamos el bus y salimos hacia Armenia, allí en un parque hicimos
estiramiento e iniciamos la jornada por unas calles hasta llegar al rio, cruzamos
por un puente semi colgante.
Desde aquí
comienza la travesía, subimos y subimos por entre cafetales hasta llegar a un caserío,
de ahí en adelante tomamos la carretera durante unas 2 horas hasta llegar a una
casa donde tomamos jugo de naranja. De allí salimos por otro cafetal luego nos
profundizamos en medio de un bosque de pinos hasta llegar a una altura de 2100
metros donde hay una antena de comunicaciones.
Pero, como todo
lo que sube tiene que bajar, comenzó el descenso un tanto pronunciado por
montes y barzales, potreros y cafetales hasta llegar a un punto donde se pueden
divisar varios pueblos tales como Calarcá, Armenia, Circasia, Salento y algo
más.
Desde ahí divisamos
varias águilas en vuelo, una de ellas de detuvo en la copa de un árbol solo con
el propósito de dejarse tomar unas fotos.
Luego seguimos
descendiendo hasta el rio Quindío en un punto llamado la Nubia. Allí se soltó
un aguacero con bastantes ganas, mientras llovía tomamos tinto, empanada y
algunas otras bebidas para acomodar el estómago pues ya eran las horas de
almorzar.
Al cabo de
un tiempo mas o menos una hora, reiniciamos el camino, pues aún faltaban unos 5
KM para llegar a donde estaba el transporte de regreso. Ya en el punto llamado cruce
de Chagualá encontramos el bus, aquí terminó la carrera.
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Caminata
12 Circasia Salento.
El domingo 3
de julio a las 6 am, por tercera vez subimos al bus con el propósito de iniciar
la tercera ruta de mi encuentro de caminantes. Llegamos a Circasia tipo 7 am,
entramos al pueblo, tomamos tinto y algo más, luego estiramos las piernas en el
parque, tomamos unas fotos y salimos en busca de la montaña. Al rato nos
encontramos con unos compañeros a quienes los habían dejado a la entrada o
salida del pueblo.
Ya reunidos todos,
tomamos rumbo a Salento por una carretera veredal hasta llegar a la bocatoma del
acueducto de Armenia. Allí había bañistas, y algunos del grupo se animaron a echarse
un chapuzón. Al rato cruzamos un puente colgante el cual temblaba tanto que
toco pasar de a pocos. Del otro lado estaba un camino muy bonito, luego tomamos
la carretera inter-veredal y subimos y seguimos subiendo hasta un mirador llamado
“las acacias” donde hay un Coffe Crean, por acá nos encontramos con extranjeros
o gringos montando a caballo, ciclas o Mountain bikes.
Mas adelante
retomamos el sendero, una trocha bastante perdida en la maleza lo que nos
alegró bastante. Al tiempo volvimos la carretera hasta llegar a Salento.
FOTOS
JoseFercho ZamPer
Felicitaciones Fercho, maravilloso don, para maquillar historias camineras.
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