Sobre el Encuentro de Caminantes en Abejorral.
JoseFercho llega sonriente, dispuesto a participar en el
encuentro, pero muy cansado de un largo viaje en bus desde su casa al lugar del
evento.
Desde el momento en que sale de su casa a tomar el transporte
para hacer el viaje, siente que deja atrás sus penas y sus apegos, pero no su
equipaje.
Su vivienda es humilde y su seguridad es escasa, cosa que le
inquieta pues allí solo quedan los perros con sus migajas.
El vehículo arranca al caer la tarde, cuando ya los rayos del
sol se confunden con la luz de las luciérnagas que noctámbulas buscan con su brillar,
propagar su raza.
El viaje inicia bajo una fuerte lluvia que presagia frio y un
caminar despacio, sin embargo, el ánimo no desmaya. Vecinos y compañeros hacen
sus oraciones y predican sus buenos deseos para tan largo viaje.
Cuando cruzamos los brazos para abrazarnos y darnos calor,
entendemos que el frio está haciendo su labor, las fronteras invisibles marcan
distancia entre tú y yo, aunque en el bus estemos acosados los dos.
Muchas vías están polvorientas, sin pavimento y sin razón;
pues llevan años trabajando en ellas con tesón.
Luego de varias paradas a desayunar, almorzar, cenar y
descansar, llegamos al lugar.
Con las nalgas y la espalda adoloridas, nos bajamos del bus en
busca de la guarida, donde iríamos a pernoctar, pues a la mañana siguiente
tendríamos que madrugar.
Así comenzó el día, muy de mañana y con ganas de salir a
caminar.
Esta es una fabulosa aventura colectiva protagonizada por
miles de personas que, a lo largo del tiempo, han rescatado y protegido los caminos,
así han hecho posible los encuentros.
Observadores de paisajes de montaña, de valles, ríos y caminos
que llenan de energía a sus visitantes, quienes se concentran en los enclaves
más apartados donde la paz y la sabiduría se refugian en tiempos difíciles.
Gente común que, como tú y yo, sus nombres en muchos casos no los
registra la historia, pero que, en mucho, somos esos escritores de nuestra
propia historia, unos auténticos protagonistas de este proyecto de vida.
JoseFercho ZamPer
Cerro
San Vicente.
Salimos pasadas las cinco de la mañana montados en una “chiva”
o “bus escalera” como símbolo de la colombianidad. Para mi era la primera vez
que me subía a ese animal. Valga la pena recalcar que, andando a la velocidad
como corría y a la estrechez de la vía, tenía la comida del día anterior a
punto de expulsión, lo mismo que mi “Valía”. Según yo, un filósofo natural, “la
valía de un hombre se mide por la capacidad de soportar la dificultad”. Lo que
equivale a decir “tener güevos”.
Una hora después llegamos al sitio de inicio de la aventura,
en donde con un tinto y una empanada me ajustaron el estómago, dejándolo listo
para la caminata. Esta era una casa humilde pero grande, como son las casas de
campo. Los invito a mi casa, nos dice entre risas la anfitriona, mientras
extiende su mano y señala una banca de madera grande y desgastada por el paso
de los años, además del sol y el agua que allí le caía de frente. Las llantas
de carro también sirven de sillas improvisadas en el exterior de la vivienda.
Desde allí, se contempla una hermosa vista de fondo, unas montañas a lo lejos,
las que le dan un toque mágico aterrador, no son más los lujos.
La familia es lo primero, nos dice ella, dos hijas jóvenes y
un hijo mayor de edad, además de su esposo, quien estaba atariado en las
labores del campo; son todo su capital.
Nos costó años de trabajo lograr levantar la finca que nos
dejaron nuestros padres, los padres de la pareja. “Fue súper duro, tener lo que
hoy tenemos” esa es la verdad, dice con un dejo en su voz. Es muy complicado
para uno de joven obtener ayudas o créditos del estado, por lo que hay que
hacerlo a punta de fuerza de voluntad y trabajo. Más ahora ya hemos podido
llevar los hijos a la escuela para que logren el bachillerato, al menos.
La mayor riqueza que tenemos es el amor de la familia, nosotros
nos ayudamos entre todos y nos sentimos felices”, somos varios de la familia
quienes vivimos en esta vereda. A pesar de las dificultades miramos hacia
adelante. Al momento salimos felices a disfrutar del paisaje que nos animaba a
la distancia.
En medio de la mirada atónita y tras varias horas de travesía a
través de trochas llenas de barro, llegamos a esa hermosa montaña llamada “Cerro
de San Vicente”.
El impacto a la vista es mágico, “cuando se está allí, prácticamente
se pierde la noción del resto del mundo” solo existe ese paisaje.
El panorama nos dejó con la boca abierta y un gran vacío en el
interior, el abismo infinito a su alrededor nos hacía aferrarnos con mayor
entusiasmo al bastón.
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Cañón
del Circia.
Era una mujer joven pero muy aburrida, ella duerme sola porque
no le gusta la compañía, eso dice ella. Hace diez meses su marido se largó para
la pm; nos dice la mujer, con rabia en sus ojos. Y desde entonces no le ha llegado
ni una carta ni nada, eso es lo que la tiene así de aburrida, pues no sabe que
hacer al respecto.
- Ya no soporto la monotonía de la vida, dice. Aquí esperando
acontecimientos, sin salir de casa para evitar murmuraciones. No hay mucho que
hacer. Por eso le alegra recibir visitas de quienes vienen de lejos, por si
alguien le trae alguna razón de él. La falta del estado nos ha dejado a merced
de los malos, razón por la cual mi marido se tuvo que ir con ellos pal monte. Fueron
sus comentarios y no dijo mas nada, pero al rato salió con sus botas puestas y
nos acompañó a caminar por los barriales de la vereda, para distraerse y darle
oxigeno a sus pulmones, nos contó al final del camino.
Después de una hora en chiva, llegamos a “Pantanillo”, un
corregimiento en la cima de una montaña de esa región. La población de allí trabajan
en favor de la paz y la legalidad. A pesar de que la mayoría de las regiones están
muy mal, además de la falta de vías de comunicación en buen estado.
Aunque las crisis nos hacen más fuertes, parece que la capacidad
de soportar de los pueblos llega a su límite. La fe se desvanece en la medida
que no se ven respuestas a las necesidades.
Parece que las medidas que se toman no son garantía suficiente
para que el conflicto desaparezca. La verdad es que no sé si yo alcanzaré a ver
la solución a las dificultades que vive nuestro país”. Comenta sobre su región.
Necesitamos reparar el tejido social y hacerles frente a los problemas
que nos aquejan, si en realidad queremos ver las respuestas en el territorio
que habitamos.
Por estas montañas gracias a Dios ya no hay violencia como lo
hubo antes, ahora la gente se puede dedicar a trabajar sus tierras y recoger
las cosechas, y a proteger la biodiversidad que nos rodea, como lo son la
abundante cantidad de pájaros que hay, además de las muchas fuentes de agua y
cascadas naturales con las que se adorna el paisaje.
Para esto es importante desligarse de los que prometen y no
cumplen en épocas de elecciones, si escuchamos su discurso, les pedimos que no se
olviden de que hay que ser realistas y cumplir con sus promesas, de lo
contrario, no tendrán nuestro apoyo. Una dura realidad es la que viven muchas
regiones del país, quienes por su precaria situación económica han permanecido
en estado de abandono casi total.
Es lógico pensar que estas situaciones repetidas a lo largo
del tiempo provoquen mecanismos de defensa de los pueblos en contra del estado.
Así es como se ha aprendido a sobrellevar el hambre desde que nacimos. ¿Por
qué? Porque se necesita adaptarse a la situación y sobrevivir. Termina así su
relato.
Caminamos por potreros, caminos y carreteras llenas de charcos
por tanta lluvia, pero me llamó mucho la atención el ver tantas viviendas por
toda esta región. A pesar del clima y la dificultad del terreno, pues son montañas
bastante empinadas, a pesar de eso, casi todo se ve cultivado, con café, plátano,
caña de azúcar y cítricos. Es de resaltar la tenacidad de sus pobladores, y su
gran capacidad de trabajo y adaptación al medio.
Luego de tomar la lonchera en una de esas casas a la vera del
camino, continuamos bajando hasta lo profundo del cañón, allí atravesamos una
quebrada un tanto crecida, cogidos de un lazo que se atravesó para facilitar el
paso, ya que el agua bajaba con buena fuerza.
Siendo honestos, la dificultad en cuanto a las vías de esta región
es muy alta, difícilmente podíamos caminar en medio de tanto barro. Pero ya al llegar
a la finca del “gringo”, la carretera mejoró el caminar.
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Las
Dantas
La Mente es Maravillosa, pero el principal factor de riesgo de
las personas es la mente.
Los científicos han conseguido que los seres vivos prolonguen
un tanto sus días sobre la tierra, pero una cosa es hacerlo a punta de tratamientos
con drogas y otros suplementos alimenticios, y otra es lograrlo de manera
natural y segura a través del estilo de vida de las personas.
Es normal que, el ser humano en su proceso básico de vida se vaya
sintiendo disminuido en sus capacidades físicas por las diversas actividades de
la vida, pero si se tiene cuidado de su actividad física y alimenticia, podríamos
prolongar nuestra salud y bienestar por más años de manera natural y segura.
En definitiva, para poder alcanzar una mejor salud y vivir más
años de manera digna lo mejor es caminar.
Los habitantes de las grandes ciudades viven bajo constante estrechez
y estrés en las calles, en el transporte, en sus trabajos, hasta en casa,
debido a tanto acoso laboral, socio cultural represivo. En medio de dicha tormenta,
el escape está en salir al campo, como iniciativa para impedir un colapso de la
salud mental y física.
No se Preocupen por Nada; pero, oren por todo; porque las
batallas que se originan en la mente pueden determinar el éxito o el fracaso en
la vida. Si sabes sobreponerte a todo lo negativo que diariamente irrumpe
contra ti, tratando de dominar tus emociones y llevarte a equivocaciones,
habrás encontrado la clave para hallar la paz interior y tener una vida de éxito.
La victoria o la derrota comienzan en tu mente.
Sin embargo, siempre estamos en medio de todas estas condiciones
que pueden estimularnos, inhibirnos, hacernos sentir felices, estresados,
tristes o excitados.
¿Y qué son las dantas, una vereda, una quebrada o un animal? Le
pregunté al guía.
Todo eso, además, también es el nombre de esta ruta, me
respondió.
Luego fue explicando sobre el tema hasta llegar a entender que,
en verdad es un animal, una vereda y una quebrada, la ruta y todo lo demas.
Como los días anteriores, salimos en chiva hasta el inicio de
ruta, hacía un clima suave y fresco, y el paisaje era realmente maravilloso. El
barro disminuyó, el camino era mejor, más despejado y vistoso.
Caminamos por bajadas, subidas, en lo plano, por quebradas y también
por charcos; de todo hubo, como en botica. En honor a los caminos, fue el más
hermoso para mí.
Tomamos merienda en una finca bastante retirada, gente muy
amable y cordial. Por allí lo cultivos eran mas escasos, pues la mayoría era
montaña de vegetación nativa, y potreros con algún ganado vacuno.
A la verdad, disfruté bastante esas travesías, todo, el
paisaje, la gente, el clima y demás actividades realizadas.
Cada día creo que, depende de uno mismo el disfrutar de la
vida. Cada cosa por sencilla que sea, la compañía, la charla, los caminos y sus
dificultades, el sol, la lluvia, el barro y todo lo que vivimos en el día a día,
si lo sabemos disfrutar, si tomamos lo bueno y desechamos lo malo, con seguridad,
siempre nos quedará un saldo a nuestro favor.
Quiero agradecer a mis compañeros de “Pasos Comuneros” y a
todos con quienes anduve en Abejorral, en sus rutas y calles, a cada lugar
donde estuve, a quienes nos acogieron con cariño y hospitalidad. A todos ellos,
y a los organizadores del evento; muchas gracias.
Y
como me dijo un campesino, Toda la vida echando pata, y méreme, ahí estoy todo
buenecito.
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Julio de 2022
JoseFercho ZamPer
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