martes, 14 de mayo de 2019

El caminante pajarero



Dos días antes de la pajareada internacional, me llamó un amigo para invitarme al monte, disque a observar pájaros.  

La observación de aves es una celebración del espíritu para un caminante como yo, que la esperanza de un país natural, verde y protegido, me mueve a caminarlo.

Recorrer a pie los humedales del Parque Natural para observar especies de aves diferentes es algo maravilloso como tenebroso.
Escuchar los silbos y tratar de seguir con la mirada el inquieto vuelo de las aves en medio de matorrales espesos, son algunas de las posibilidades que un Parque Natural nos puede brindar.
Como me suele a pasar, terminé la semana caminando en medio de la naturaleza, desde el jueves salimos para las montañas de la serranía de los Yariguíes, en Galán Santander.

Al llegar a Galán nos bajamos de la flota y dimos una vuelta al pueblo, tomé unas fotos para el álbum de las catedrales, además de recoger al baquiano, quien nos guiaría a la aventura pajarera, al rato continuamos unos 4 Km adelante, nos bajamos de la buseta donde viajábamos, y emprendimos la caminata loma arriba, otros 4 km.

Nos cogió la noche antes de llegar a la cima del monte donde dormiríamos, encendimos las linternas y celulares para iluminar el sendero, caminamos y seguimos caminando sin llegar, pues varios de los caminantes de ciudad se fatigaban muy rápido y nos demoraban el caminar, cerca de la 8 de la noche llegamos a una casa perdida en la montaña, pero muy acogedora. Allí nos esperaba una pareja de anfitriones, con una ollada de tinto en fogón de llena, toda una delicia.

Esa noche después de cenar, hicimos fogata y nos sentamos alrededor de ella a charlar sobre aves y, sobre el siguiente día, un biólogo venido de Bogotá nos explicaba muchas de las actividades por hacer, y los objetivos de ella. Ahí nos enteramos de que en Santander había unas dieciséis rutas de observación de aves.

Nos levantamos a las 3:30 a.m. y después de un delicioso tinto y un envuelto, salimos al monte a las 4:15; el grupo era de quince pajareros más el guía. Caminamos por entre senderos llenos de maleza, en medio de la luz de las linternas, durante una hora. Escuchamos ruidos y murmullos de agua y aves, que nos ponían la piel de gallina; además de los peligros de un camino desconocido para todos excepto para el guía.

Por encima nuestro revolotearon varios seres alados sin dejarse ver, la pajareada se vuelve un tanto acuática, pues el agua abunda en estas hermosas montañas. Escuchamos muchas aves cantar antes de pillarlas con los binoculares, pudimos grabar sus hermosos silbidos, pero la cámara se quedó un tanto triste.

Alrededor de las 8 am, retomamos el camino de vuelta en busca de un suculento desayuno, cerca de casa, el canto de unas aves me animó a volver al monte, donde pude capturar con mi cámara unas cuantas aves, mientras la cocinera atendía a los hambrientos pajareros.

Tiempo después salimos de vuelta a encontrarnos con el vehículo que nos retornaría al pueblo, un descenso bastante abrupto, pero como caminante estoy acostumbrado, por lo cual junto con dos compañeros bajamos primero hasta el pueblo.

Días después me enteré de que Colombia volvió al podio como campeón mundial en avistamiento de aves 2019, por lo que he quedado más que feliz, ya que pude contribuir con unos cuantos pájaros atrapados por mi lente.


Gracias a Dios por haber bendecido a Colombia con tal variedad de aves y demás fauna y flora silvestre, también a mis compañeros de CAMINEMOS, a la policía de turismo del Socorro Santander, y a los demás participantes de esta maravillosa expedición.

                                                           
Nos volveremos a ver en próximas pajareadas.


Bendiciones…

JoseFercho ZamPer.

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